Napoleón Becerra y el grito del Perú profundo

En medio de una crisis institucional que ha dejado al país enlutado por la violencia del sicariato y el desgobierno, el precandidato presidencial Napoleón Becerra García, líder del Partido de los Trabajadores y Emprendedores (PTE), irrumpe con un mensaje que mezcla indignación, épica popular y llamado urgente a la refundación nacional.

Desde su tribuna, Becerra no solo exige la vacancia inmediata de la presidenta Dina Boluarte, sino que propone un viraje constitucional hacia un “estado de guerra interna”, una figura que, según él, permitiría a las instituciones tutelares del Estado asumir el control transitorio del país para enfrentar la ola de criminalidad que ha cobrado vidas de músicos, transportistas y ciudadanos de a pie. “El Perú está con los crespos hechos”, dice, en una metáfora que retrata el luto colectivo.

Su discurso, cargado de simbolismo y crítica directa, denuncia la frivolidad del poder, el abandono de los pueblos originarios, y la corrupción que ha convertido al Estado en un botín. En contraste, exalta la dignidad de los pueblos como Puno, la fuerza de las rondas campesinas, y la valentía de la generación Z, a quienes convoca como protagonistas de una nueva República.

Con frases como “no más narices respingadas, no más joyas y roles de lujo”, Becerra se posiciona como outsider, como “el político que no llega al poder para servirse, sino para servir a la gente”. Su propuesta incluye acceso gratuito a la universidad, justicia sin privilegios, y una ética basada en el ama sua, ama llulla, ama quella: no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso.

El mensaje culmina en tono lírico, casi himno, con versos que evocan la resistencia histórica del pueblo peruano: “Antes muertos que esclavos del miedo… Triunfaremos, triunfaremos”. En tiempos de incertidumbre, Becerra se presenta como el hijo del pueblo que quiere devolverle al Perú su voz, su coraje y su esperanza.

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